Reflexiones teológicas.

Lunes, 26 de septiembre de 2011.

Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros». 

 

Me llama la atención de este evangelio de hoy la actitud de los discípulos, que andaban preocupados por saber "quién de ellos sería el mayor". Qué conducta tan humana y natural, preocuparse por uno mismo, por el propio ego y su brillo. ¿Quién está libre de esta tendencia? No creo que nadie se atreva a tirar la primera piedra...

Es normal experimentar alguna vez, incluso a diario, la tentación de la egolatría: Buscar el triunfo del "yo", el reconocimiento y la buena fama, ser valorado justamente en todas mis cualidades y talentos, querer dar una excelente imagen a todos. A menudo, tras esta tendencia hay una gran fragilidad afectiva, un niño asustado e inseguro de sí mismo, que busca deseperadamente ser amado.

Renunciar a la egolatría y negarse a uno mismo, tampoco significa que debamos ocultar nuestros dones, avergonzarnos por tenerlos o dejar de esforzarnos para su desarrollo. Eso sería como enterrar el talento recibido o esconder el candil debajo de la cama. El camino de conversión pasa por no apropiarnos de las gracias recibidas. No vivirlas solo para el propio beneficio. Mis dones son para servir a la comunidad, la Iglesia, el Reino y su Justicia. Para que triunfe Cristo allí donde yo esté presente. Es necesario que mi "yo" disminuya para que Él crezca en mí.

Que el Señor nos ayude a vencer esta tentación de querer ser los más importantes y nos ayude a ser pequeños, como Él se hizo pequeño por amor a nosotros. Amén.

 

Martes, 27 de septiembre de 2011

Lucas 9, 51-56 

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero volviéndose, les reprendió y dijo: No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. Y se fueron a otro pueblo. 

 

Otra vez los discípulos demuestran no haber entendido nada. Ayer, preocupados por ocupar los puestos de mayor prestigio y poder. Hoy queriendo eliminar a los que piensan distinto que ellos. Esta actitud es un icono del fanatismo, ese cáncer lacerante que corrompe y pervierte las religiones. Por eso Jesús les reprende: "No saben de qué espíritu son". El Espíritu de Dios es Amor. Y el amor no envía fuego sobre los enemigos: "Si alguien te abofetea una mejilla, preséntale también la otra". La espiral del odio y la violencia solo puede quebrarse mediante una respuesta espiritual y amorosa. Es la única manera de derrotar al Mal. Si tratamos bien solamente a aquellos que nos aman ¿qué mérito tenemos? También hacen eso los que no creen en Dios. Pero Jesús no enseña un camino más elevado: Orar por los que nos persiguen, amar a los que nos odian, perdonar a quienes nos ofenden. 

En la sociedad y en el propio corazón siempre encontraremos trigo y cizaña. Si pretendemos arrasar la cizaña, podemos también malograr el trigo. No nos corresponde a nosotros esa tarea. Es Dios, el que, al final de los tiempos, quemará la cizaña y se quedará con el trigo. Los discípulos se creían capaces de juzgar a sus hermanos y considerarlos "cizaña". Solo al Padre le corresponde el juicio. Lo nuestro es dedicarnos a la siembra y al cuidado del trigo, todo cuanto podamos. Cuando descubramos cizaña en nuestro interior y en los demás, no desesperemos ni actuemos con violencia. Ofrezcámosla a Dios. Él sabrá guiarnos para que saquemos provecho espiritual y maduración, también de lo malo que nos ocurra.

 

Miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lucas 9, 57-62 

Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré a donde quiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

 

El seguimiento de Jesús implica radicalidad y renuncia, todo debe posponerse con tal de estar al lado del Señor. En una escala de valores bien hecha, Él debe ocupar el primer lugar. Después ya habrá tiempo para todo lo demás. Y es que, está claro que todo lo demás resultará mejor, si Dios ocupa el centro de nuestro corazón. No nos engañemos pensando "no tengo tiempo para orar, debo hacer antes esto o lo otro". Eso que tan urgente es, esa actividad que tanto nos absorve, la realizaremos mucho mejor con la Fuerza de Dios en nuestro interior.

Me llama la atención también eso de que "el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza". Reclinar la cabeza sobre la amada es una imagen preciosa del matrimonio, que podemos encontrar en el Cantar de los Cantares. El hijo del hombre es Jesús mismo, por lo que entonces se deduce que nos está hablando de su opción célibe. Por supuesto que no todos están llamados a seguirle en ese aspecto. Es un lenguaje que solo algunos entienden, nos dirá en otro pasaje del evangelio.

En efecto, Jesús, contraviniendo la cultura de su época, no se casó. Sus familiares y amigos debieron quedar desconcertados, pues para los judíos esa era una conducta escandalosa y anormal. ¿Pero por qué Jesús fue célibe?

Me siento identificado por completo con la explicación que aduce el gran teólogo Jose Antonio Pagola:

 

"Si Jesús no convive con una mujer no es porque desprecie el sexo o minusvalore la familia. Es porque no se casa con nada ni con nadie que pueda distraerlo de su misión al servicio del reino. No abraza a una esposa, pero se deja abrazar por prostitutas que van entrando en la dinámica del reino, después de recuperar junto a él su dignidad. No besa a unos hijos propios, pero abraza y bendice a los niños que se le acercan,pues los ve corno «parábola viviente» de cómo hay que acoger a Dios. No crea una familia propia, pero se esfuerza por suscitar una familia más universal, compuesta por hombres y mujeres que hagan la voluntad de Dios. Pocos rasgos de Jesús nos descubren con más fuerza su pasión por el reino y su disponibilidad total para luchar por los más débiles y humillados.Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres. Solo renunció a lo que podía impedir a su amor la universalidad y entrega incondicional a los privados de amor y dignidad. Jesús no hubiera entendido otro celibato. Solo el que brota de la pasión por Dios y por sus hijos e hijas más pobres" (Jesús. Aproximacón histórica. Buenos Aires,PPC, 2009, p.62).

 

Jueves, 29 de septiembre de 2011

Juan 1, 47-51 


Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Le dice Natanael: ¿De qué me conoces? Le respondió Jesús: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Le respondió Natanael: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

 

Natanael representa la facción del pueblo de Israel que supo abrir su mente y su corazón y aceptar a Jesús como el Mesías anunciado por los profetas. Otros se cerraron al nuevo mensaje proclamado por Jesús, y no supieron reconocerle como el Enviado que tanto esperaban. 

Y es que el modo en que lo esperaban, los esquemas previos que tenían sobre cómo había de ser su llegada e intervención, no encajaban con la forma de ser de Jesús. 

Esperaban un Señor de los Ejércitos que librara al país de Israel de la opresión de los romanos y lo pusiera al frente de todas las naciones. Y encontraron un predicador de la paz que les instaba a amar a sus enemigos.

Esperaban un Sumo Sacerdote, que desde el templo y las elites sacerdotales, guiara al pueblo y lo liberara mediante grandes y espectaculares prodigios y milagros. Y encontraron un laico de una aldea marginal, criado en el campo y crítico con el templo y con quienes lo convertían en una casa de ladrones.

Esperaban su llegada al estilo de lo anunciado por el profeta Daniel, una teofanía espectacular en el cielo, donde aparecería en una nube, rodeado de poder y de gloria. Y nació y vivió en una aldea pobre, que ni siquiera salía en los mapas de la época.

El modo como esperamos la intervención de Dios en nuestras vidas, condiciona que nos encontremos con Él o que no sepamos verlo. Tal vez lo esperamos solamente en la buena salud y la dicha, pero puede estar presente, de manera silenciosa y callada, en nuestras enfermedades y penas. Quizá lo esperamos en el éxito y la recompensa y eso nos impide darnos cuenta de cómo nos abraza en cada fracaso.

Abramos los ojos, liberemos nuestra mente de prejuicios. Dios estuvo, está y estará siempre a nuestro lado, ofreciéndonos su Amor y su Fuerza. Que la fe y la pureza del corazón, nos permitan reconocerle, como hizo Natanael.

 

Viernes, 30 de septiembre de 2011

Lucas 10, 13-16 

«¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

 

Este texto me hace pensar en lo privilegiado que soy, pues Dios ha hecho muchos milagros en mi vida y en muchas de las personas que habitualmente me rodean. Seguramente otros, con mucho menos, hubieran llegado más lejos en el camino hacia la santidad y serían más agradecidos que yo.

Y es que todos tenemos algo (o mucho) de Corazin y de Betsaida. Dios se despliega y se derrama sobre nosotros en multitud de dones y oportunidades, pero recogemos y aprovechamos muy poco. Cada día estamos expuestos a una Misericordia Divina espectacular, pero nuestra respuesta es miserable, no correspondemos como se debiera a tanto amor. No nos convertimos del todo a la dinámica amorosa del Reino.

Lo que sucede es que no sabemos recibir el amor de Dios. Si supiéramos abrir el corazón por completo al Amor que cada día Dios quiere comunicarnos, otro gallo cantaría en nuestra existencia. Porque el amor, con amor se paga. Si aprendiéramos a abrirnos, para recibir el amor divino, el contacto con esa llama nos cambiaría por completo. El que se siente amado de esa manera, no puede sino tratar de corresponder. Si somos capaces de amar, es porque Dios nos amó primero.

¿Por qué nos cuesta abrirnos al amor de Dios? La falta de fe, los prejuicios sobre cómo debe ser e intervenir Dios, la experiencia culposa de pecado que nos hace sentir indignos, pensar que no hemos hecho méritos suficientes (como si de eso dependiera la misericordia divina), el egocentrismo y egolatría, son algunos de los obstáculos con los que topamos en nuestra vida diaria. Se nos olvida que Dios nos ama, no porque seamos buenos o nos lo merezcamos, sino porque Él es Bueno, Él es así, Amor puro siempre y en toda circunstancia. Amor gratis, a cambio de nada. Disfrutémoslo y derramemos ese mismo amor sobre los que nos acompañan en los caminos de la vida.

 

Sábado, 1 de octubre de 2011

Lucas 10, 17-24


En aquel tiempo, regresaron los 72 llenos de alegría, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos». En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

 

Jesús se da cuenta de que el imperio del Mal tiene sus días contados: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". Su experiencia personal del amor del Padre y su poder transformador, hacen que viva con un optimismo y esperanza indestructibles. El Bien va a triunfar, la dinámica del Reino que Dios quiere instaurar en la Tierra, ha comenzado ya con su persona. Su grupo de seguidores es una semilla pequeña como el grano de mostaza, pero llegará a ser el árbol más grande y todos se cobijarán bajo sus ramas. Aún no se ha manifestado plenamente la gloria de ese Reino que será pleno y definitivo al final de los tiempos, pero desde Jesús en adelante, podemos entrar ya en su dinamismo amoroso y gozar por sentirnos salvos, hijos de un Padre Bueno y hermanos en el Hermano Jesús.

 

Domingo, 2 de octubre de 2011

Isaías 5,1-7

 La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel.

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.

La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.

 

Salmo responsorial: 79

La viña del Señor es la casa de Israel.

Sacaste una vid de Egipto, / expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. / Extendió sus sarmientos hasta el mar, / y sus brotes hasta el Gran Río. R

¿Por qué has derribado su cerca / para que la saqueen los viandantes, / la pisoteen los jabalíes / y se la coman las alimañas? R.

Dios de los ejércitos, vuélvete: / mira desde el cielo, fíjate, / ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y que tú hiciste vigorosa. R

No nos alejaremos de ti: / danos vida, para que invoquemos tu nombre. / Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, / que brille tu rostro y nos salve. R.

 

Filipenses 4,6-9

Poned esto por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros.

Hermanos: Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.

 

Mateo 21,33-43

Arrendará la viña a otros labradores.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos."

 


El profeta Isaías advierte que Dios espera del pueblo de Israel derecho y justicia, pues no puede ser de otra manera si se vive en consecuencia con la Alianza divina. Pero obtuvo asesinatos y lamentos. Ante el fracaso de tan pobre respuesta,el profeta avisa que la justicia divina no tardará en actuar y poner orden.

Y la Justicia de Dios se encarna y llega a su plenitud en Jesús. Él es la intervención divina esperada por tantos siglos. Ahora los pobres y oprimidos tienen a alguien que vele por sus derechos y que implante la justicia. Por eso Jesús proclamará felices a los pobres, porque ellos son los favoritos de Dios, por ser los que más le necesitan, los que más requieren de un cambio social donde todos puedan vivir dignamente y en paz.

Pero la lucha de Jesús por este cambio no pasa por las armas y la violencia, sino que se realiza desde el amor. Es un cambio en el que se combate a favor del que sufre y en contra del mal. Los opresores son también hermanos a amar y a liberar de la esclavitud del pecado que les domina y les impide compartir y ser solidarios. Por eso Jesús dirá que oremos por nuestros enemigos, por su conversión al Reino, que también es para ellos. Dios no quiere que nadie quede excluído. Su deseo es que todos se salven.

¿Cómo vivimos nosotros este compromiso en favor de la justicia y los derechos humanos? ¿Estamos dando los frutos de solidaridad que Dios quiere?

 

 

Martes 4 de octubre de 2011

Lucas 10,38-42

Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la mejor parte

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señeor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano." Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán."

En servicios koinonía, una página web que comenta el evangelio de cada día desde la Teología de la LIberación, encontré este comentario: "Sentimos la alegría de Marta al recibir a su amigo Jesús en su casa. Jesús se sienta, y María, la hermana de Marta, se pone a sus pies para escucharle. María también está contenta. Las palabras de su amigo le llegan al corazón.
En nuestra vida muchas cosas y actividades son necesarias para vivir, no podemos dejar de preocupamos por ellas y tenemos que realizarlas, al igual que Marta. Los que no conocen a Dios quizás se preocupan más por esas cosas, pero “el Padre de ustedes sabe que necesitan todo eso” (Mt. 6,33). Preocúpense no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la que uno tiene vida eterna (Jn 6,27). No conviene descuidar la Palabra de Dios por el servicio de las mesas (He 6,2); tenemos que procurar en gran medida, como lo hace María, escuchar la Palabra, meditarla, hacerla vida y ponerla en práctica. Estamos llamados a luchar diariamente para lograr un mundo donde haya más justicia y menos discriminación".
Hoy en el día de san Francisco, podemos fijarnos en este gran santo. Él supo realizar una hermosa síntesis entre acción y contemplación. Se dedicó incansablemente al servicio de los más pobres, pero también se entregó, con la misma pasión, al encuentro con Dios, de donde sacaba fuerzas y alimento para su extenuante lucha por el Reino de Dios. Que el Señor nos ayude a encontrar la adecuada síntesis entre acción(Marta) y contemplación (María), pues las dos hermanas son igualmente necesarias y valiosas.
 
 
Miércoles 5 de octubre
Lucas 11, 1-4 
 
Un día Jesús estaba orando y cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».
 
En esta sencilla oración las primeras comunidades cristianas hicieron un resumen perfecto de las enseñanzas de Jesús.
Padre: Si algo les quedó claro de Jesús es que vivía una relación de especial cercanía e intimidad con Dios, al que cariñosamente llamaba "Abbá". De Él sacaba fuerzas Jesús para cumplir su misión de anunciar el Reino, con hechos y palabras.
Santificado sea tu Nombre: Jesús quería una humanidad donde todos nos reconociéramos hijos amados del Padre, al que percibía como pura Misericordia. Quería que todos alabaran y dieran gracias por este Dios que nos ofrecía a todos su amistad incondicional. Y nos enseñó sobre todo, que a Dios se le santifica, se le sirve y honra en el prójimo, especialmente cuando éste está más necesitado y excluido.
Venga tu Reino: El Reino es el tema principal de la predicación de Jesús. Jesús se daba cuenta de que Dios ya estaba irrumpiendo en la historia a través suyo. El Reino empieza en cada corazón que se convierte y se abre a Dios, se debe expandir por la sociedad y traducirse en frutos de derecho, justicia y misericordia, pero también tiene una dimensión misteriosa; solo será pleno y definitivo al final de los tiempos, por eso hay que rogar que venga, que llegue ya la total liberación de la injusticia, la opresión, el mal en todas sus formas.
Danos cada día nuestro pan cotidiano: Jesús no se preocupó mucho de asegurar su futuro, vivió para los demás, volcado en buscar el Reino de Dios y su Justicia, confiado en que todo lo demás se le daría por añadidura.
Perdónanos nuestros pecados: Jesús se dedicó especialmente a los pecadores de su tiempo, los proscritos y mal vistos, la gente de mala fama. los que nadie apreciaba. Y les traía una buena noticia: Dios es bueno y les va a perdonar, si se arrepienten de corazón. El Reino es para todos, Dios quiere que todos se salven y sean felices.
Porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe: En los tiempos de Jesús, las deudas eran una pesada carga para muchas familias. En este nuevo orden del Reino era necesario perdonarse esas deudas para poder ser hermanos. No se podía ser pueblo de Dios mientras hubiera opresores y oprimidos, todos estaban llamados a compartir solidariamente y disfrutar del banquete del Reino. El que no perdona, el que se obceca en su posición egocéntrica, él mismo se excluye, queda fuera de esta fiesta de hermanos.
No nos dejes caer en tentación: La fuerza del Mal está ahí y nadie está libre de su mordedura. Pero la oración nos dará la fuerza necesaria para combatirla, pues el poder de Dios, el poder del Amor, es siempre más fuerte.
 
Jueves 6 de octubre de 2011
Lucas 11, 5-13 
 
Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite». Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
 
En el comentario para el evangelio de hoy que ofrece el Servicio Bíblico Latinoamericano, encontré la siguiente reflexión:
 
"Jesús nos propone pedir al Padre a través de la oración, movidos por el Espíritu Santo,
con fe, con el corazón abierto, con la certeza de que vamos a ser escuchados y con una
actitud dispuesta a aceptar su voluntad, aun cuando no nos conceda de forma inmediata lo
que hemos pedido. Pero no por eso vamos a juzgarle, ni vamos a sentir rencor contra él, ni
tampoco le haremos responsable de nuestros errores. Tenemos que tener confianza y ser
perseverantes en la oración, descubrir que la vida que tenemos no es tan absurda y
complicada, reconocer abiertamente a través de los hechos el rostro de Dios que nos ama.
Él es ternura, compasión, fluidez. Habremos de ser constantes en nuestras oraciones, pedir
desde el alma, para tener una mayor comunicación con él como Padre. Ojalá compartamos
la convicción de Jesús, de que Dios nunca dará nada que no sea útil y saludable para
quienes se empeñan en vivir la Palabra y en seguir por el camino que él nos enseña. Y
cuando invocamos a Dios, aún estaremos hablando y él ya nos habrá escuchado".

 

Yo creo que el mismo evangelio nos da la clave para entender el fruto que podemos esperar de nuestra insistente oración: El don del Espíritu Santo. Eso significa que Dios no va a resolver nuestros problemas de un modo mágico, pero nos va a dar la fuerza para afrontarlos. Quizá no nos sane de nuestras enfermedades siempre que se lo pidamos, pero lo que es seguro es que a quien pide con fe, le da el coraje necesario para encajar la enfermedad sin que se dañe el alma. Tal vez no solucionará nuestros conflictos relacionales, pero nos ayudará a vivirlos con mayor paz y responder a todas las situaciones donde somos ofendidos, desde el amor y la bendición.

 

Viernes, 7 de octubre de 2011

Lucas 11, 15-26 
 

En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: "Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás". Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Ël, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos». «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: "Me volveré a mi casa, de donde salí." Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

 

Voy a estructurar el comentario al evangelio de hoy en tres partes. Como contexto hemos de saber que Jesús está discutiendo con los fariseos, que son quienes le acusan.

1) "Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás". Acusar a Jesús de expulsar a los demonios con el poder de Satanás...¿a quién se le pudo ocurrir semejante idiotez?  Esta es la típica actitud del que desconfía siempre de las buenas intenciones de los demás y encima se atreve a juzgarlas. Un juicio duro y despiadado, contundente, ni siquiera se permite el más mínimo asomo de duda en su aseveración. Desgraciadamente este tipo de juicios abundan en nuestra sociedad y a veces también en el seno de nuestras comunidades cristianas: "Este se ha ofrecido a ser animador porque tiene ansia de figurar" o "Fulano visita a los enfermos para quedar bien con su comunidad, pero en realidad no le importan". Juicios hechos sin conocer a fondo a las personas, desde los prejuicios, la fama que se les adjudica (no siempre con justicia), o desde sentimientos puramente irracionales, porque esa persona "nos cae mal". ¿Acaso somos Dios para saber las intenciones más profundas que movilizan a las personas a hacer las cosas? Ojo con juzgar las intenciones de otros, sin quererlo podemos estar acusando al mismo Señor, que muy a menudo obra secretamente en lo más hondo de las motivaciones personales.

2) "Cuando un hombre fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están seguros; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en que estaba confiado y reparte sus despojos". En mi opinión, Jesús se está refiriendo a sí mismo, como ese hombre más fuerte, que derrota a los fariseos. Las armas en las que los fariseos confiaban eran la Ley y el Templo, a los que se apegaban de un modo fanático y rigorista. Jesús les vence desde el amor, principio que debe vertebrar y orientar toda interpretación y aplicación de la Ley. Y también enseñando que el ser humano es el verdadero templo de Dios y que la Ley está hecha para su servicio y protección.

3) "Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y al no encontrarlo dice: "Me volveré a mi casa de donde salí". Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio". En este pasaje creo que Jesús está ofreciéndonos una magistral descripción de la dinámica farisaica: En la pretensión obsesiva y rígida de ser puros y perfectos -simbolizada en la expulsión del espíritu inmundo-, terminan siendo inmisericordes y poco compasivos, por lo que acaban estando peor de lo que empezaron.

 

Domingo 8 de octubre de 2011

 

Isaías 25,6-10a

El Señor preparará un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-.

Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte."

 

Salmo responsorial: 22

 

Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar; / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término. R.

 

Filipenses 4,12-14.19-20

Todo lo puedo en aquel que me conforta

Hermanos: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Mateo 22,1-14

A todos los que encontréis, convidadlos a la boda

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. [Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."]

 

Voy a estructurar el comentario a las lecturas de hoy, basándome en el evangelio, donde encuentro tres partes muy claras:

1. Dios invita a la humanidad a celebrar un gran banquete.

Este es el plan de Dios: que algún día, todos sus hijos puedan sentarse en la mesa de su Reino a compartir y celebrar una gran fiesta de hermanos que se aman entre sí y lo quieren a Él como Padre. Una mesa donde ya no hay injusticia, opresión ni males de ningún tipo (primera lectura). Una mesa que tiene cabida para todos, pues esa es su divina voluntad: que todos participen y disfruten del gran banquete de amor que con tanto cariño Él nos ha preparado desde tiempos inmemoriales. De esta mesa es signo la Eucaristía, si la vivimos con una fe consecuente y comprometida.

2. Los mensajeros de Dios que han de invitar a este banquete somos la iglesia.

Esta es nuestra principal misión en este mundo. Anunciar a Dios como un padre bondadoso que quiere sentar en la mesa de su Reino a todos sus hijos, para entregarnos amor y felicidad a raudales. Anunciar esta buena noticia a todos, especialmente a los excluidos y empobrecidos, a los que viven sin esperanza y sin sentido en sus vidas, a los que habitan en las oscuras regiones de las tinieblas y en sombras de muerte.

3. No todos aceptan la invitación.

Hay quienes no quieren aceptar esta invitación, no quieren compartir con el prójimo y se cierran al amor, quedando así autoexcluidos del banquete organizado por el Padre. Y hay quienes creen estar dentro del Reino, porque dicen que sí de boca para afuera, pero todavía no viven agradecidos y alegres, como hijos de un Padre que los ama. No llevan el traje de fiesta que correspondería a tan maravillosa invitación. Se sienten más bien esclavos de un Padre al que obedecen por temor, con resignación, incluso con rencor. En este personaje de la parábola Jesús está retratando a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo de su tiempo. Es un personaje que recuerda mucho al del hijo mayor, en la parábola del padre misericordioso (Lc15,11-32). Se ha pasado su vida cumpliendo las órdenes del padre sintiéndose como un esclavo, pero no ha sabido disfrutar de su amor como hijo.

Y nosotros...¿Cómo estamos respondiendo a la invitación del Padre? ¿Llevamos el traje de fiesta? ¿Somos fieles mensajeros, invitando a todos a su banquete? 

 

10 de octubre de 2011

Lucas 11, 29-32

"En aquel tiempo la gente se apiñaba alrededor de Jesús y comenzó a decirles: Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás". 

 

A menudo pedimos signos para creer en Dios. Pero el mayor signo ya se nos ha dado en Jesucristo. En Él ha quedado patente y manifiesto el Amor del Padre hacia todos sus hijos. La Voluntad de Dios sobre nuestra vida ha sido expresada totalmente en Jesús. Él es el rostro humano de Dios, su Hijo hecho hombre. A partir de Jesús, Dios ya tiene vivencias humanas y podemos comunicarnos con Él. Dios ha bajado a la condición humana para que los hombres podamos llegar hasta Dios. Ya tenemos un puente, un camino, un Aliado que nos conducirá de su mano hacia la divinización. 

No pidamos signos, pidamos fe. La fe abrirá nuestra mente y nuestro corazón y nos hará darnos cuenta de la Presencia constante de Dios en nuestra vida.

 

12 de octubre de 2011

Lucas 11, 42-46 

"Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!» Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!» Pero él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!"

 

Si algo molestaba a Jesús era la hipocresía. Aparentar una vida piadosa y devota por fuera, pero albergar un corazón podrido de egoísmo por dentro. 

Se nos presenta así un dilema: Vivir de cara a la galería o vivir para Dios, que ve en lo secreto.

¿Bajo qué mirada transcurre nuestra vida? ¿A quién nos preocupamos más de agradar? ¿A Dios? ¿o a los hombres?

Teóricamente diremos sin dudarlo: ¡A Dios! Pero en la práctica cotidiana incurrimos en contradicción innumerables ocasiones. Cada vez que caemos en los celos porque a Fulano lo valoran más que a mí (¿pero no habíamos quedado que la mirada que te importa es la del Padre que ve en lo secreto?), cada vez que soñamos con puestos de mayor responsabilidad, no por afán de servicio, sino por el prestigio, el poder, la fama u honor que pueda derivarse de ellos...cada vez que nos deprimimos porque el saludo o la felicitación que esperábamos no llegó. Todos podríamos completar la lista con ejemplos de nuestra vida personal. Son reacciones humanas, naturales y normales. Es inevitable tenerlas. Pero no podemos quedarnos instalados en ellas. El camino de conversión es ofrecerlo todo al Padre, tratar de agradarle a Él, buscar siempre su mirada y apoyarse en Él mediante la oración.

 

 

Jueves 13 de octubre de 2011

Lucas 11, 47-54: 


"En aquel tiempo, dijo el Señor: ¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los juristas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido.
Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca"

 

Para la lectura de hoy, me gustó mucho el comentario de mi compatriota, el padre Pedro-José YNARAJA i Díaz:

"Hoy, se nos plantea el sentido, aceptación y trato dado a los profetas: «Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán» (Lc 11,49). Son personas de cualquier condición social o religiosa, que han recibido el mensaje divino y se han impregnado de él; impulsados por el Espíritu, lo expresan con signos o palabras comprensibles para su tiempo. Es un mensaje transmitido mediante discursos, nunca halagadores, o acciones, casi siempre difíciles de aceptar. Una característica de la profecía es su incomodidad. El don resulta molesto para quien lo recibe, pues le escuece internamente, y es incómodo para su entorno, que hoy, gracias a Internet o los satélites, puede extenderse a todo el mundo.


Los contemporáneos del profeta pretenden condenarlo al silencio, lo calumnian, lo desacreditan, así hasta que muere. Llega entonces el momento de erigirle el sepulcro y de organizarle homenajes, cuando ya no molesta. No faltan actualmente profetas que gozan de fama universal. La Madre Teresa, Juan XXIII, Monseñor Romero... ¿Nos acordamos de lo que reclamaban y nos exigían?, ¿ponemos en práctica lo que nos hicieron ver? A nuestra generación se le pedirá cuentas de la capa de ozono que ha destruido, de la desertización que nuestro despilfarro de agua ha causado, pero también del ostracismo al que hemos reducido a nuestros profetas".

 

Solamente añadiré, que por el bautismo, todos hemos sido instituidos como profetas de Dios, para anunciar el Reino, con hechos y palabras. Y también para denunciar, todo lo que en nuestra sociedad haya de antireino. ¿Estamos ejerciendo este don? ¿Lo favorecemos y apoyamos en otros?

 

Domingo 16 de octubre de 2011

 

Mateo 22,15-21

Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

"En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?" Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto." Le presentaron un denario. Él les preguntó: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César." Entonces les replicó: "Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios."

 

Esta frase de "Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" se ha malinterpretado muchas veces, en línea de un espiritualismo desencarnado. Como si Jesús dijera que los asuntos terrenales y los espirituales fueran línea paralelas que no deben nunca tocarse.

Nada más lejos de su intención. En tiempos de Jesús, el Emperador era considerado un Dios y se le adoraba como tal. Al diferenciar entre el César y Dios, Jesús se está rebelando contra un sistema de injusticia y opresión. Ya no hay que alabar al César como a un Dios. Los cristianos solo tenemos un Dios y solo ante Él hincamos la rodilla. Los hijos de Dios estamos llamados a vivir como hermanos, libremente y por amor. Por tanto debemos luchar contra toda forma de opresión y de esclavitud y proclamar que el Reinado de Dios quiere extenderse a toda la humanidad, un Reinado de Amor, Justicia, Verdad y Paz.

 

Miércoles 19 de octubre de 2011

Lucas 12, 39-48 

Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más. 

 

Ante este exigente evangelio, el papa Benedicto XVI nos dice:

"Permitidme que os haga una pregunta. ¿Qué dejaréis vosotros a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis construyendo algo que durará? ¿Estáis viviendo vuestras vidas de modo que dejéis espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la “fuerza” que el Espíritu Santo está ahora dispuesto a derramar sobre vosotros? ¿Qué herencia dejaréis a los jóvenes que os sucederán? ¿Qué os distinguirá?"

El llamado que Jesús nos hace es a hacernos conscientes de los talentos recibidos para ponerlos a rendir, al servicio del Reino. No nos desviemos de la misión encomendada: concentremos nuestras fuerzas en aquello para lo que nos creó Dios.

 

Viernes 21 de octubre de 2011

Lucas 12, 54-59 

"En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo".

 

La lectura de hoy nos invita a saber discernir los signos de los tiempos. Discernir para san Pablo es aprender a "distinguir lo bueno de lo malo y quedarse con lo bueno". A pesar de que sabemos muchas veces lo que conviene, no lo hacemos. Como el mismo san Pablo dirá: "no solo no hago el bien que quiero, sino que hago el mal que no quiero". Es la división interna que todos experimentamos, fruto de la fuerza del mal, por la que todo ser humano está tocado, en mayor o menor medida. ¿Quién nos librará de ese penoso estado? Solamente Cristo, por su poder y su Gracia puede salvarnos y darnos el ímpetu y el valor para vencer toda tentación y triunfar con su Luz por encima de las tinieblas y sombras de muerte que tratan de oscurecer nuestras vidas.

Hemos de adherirnos a Cristo, pasar horas con Él en oración, recibirlo en los sacramentos, alimentarnos constantemente de Él. Así se nos pegará su mismo Espíritu y podremos discernir adecuadamente los signos de los tiempos, es decir, sabremos percatarnos de su Presencia y del avance de su Reino, lo que no es siempre evidente a los ojos de los que no tienen fe. Y también aprenderemos qué es lo que Dios quiere de nosotros y hallaremos la fuerza para cumplirlo. 

 

Lunes 24 de octubre de 2011

Lucas 13, 10-17 :

"Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado. 
Replicóle el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía". 

 

En la época de Jesús las mujeres no tenían derechos, eran una propiedad del hombre. Los abusos y malos tratos recibidos en aquella sociedad rígidamente patriarcal debían producir mucho daño y enfermedades en muchas mujeres, especialmente en los estratos sociales más bajos, que eran los que Jesús más frecuentaba. Los psicólogos actuales hablan de cómo factores psicológicos y sociales pueden influenciar en el cuerpo, enfermándolo. El encorvamiento puede ser el resultado de vivir bajo tantas opresiones y problemas. Otras exégesis ven en la encorvada un símbolo del efecto del pecado, que nos encierra, nos curva (o encorva) hacia nosotros mismos. En cualquier caso, Jesús aparece como el liberador de todo mal, el único capaz de restablecer nuestra salud corporal, espiritual y social. 

En este tiempo de convulsiones sociales, en Jesús podemos hallar esa fuerza de salvación que nos conduzca hacia la liberación plena, el Reino de Justicia y Misericordia que Él quiere para todos.

 

Martes 25 de octubre de 2011

Lucas 13, 18-21 

"En aquel tiempo dijo Jesús: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo»". 

 

A los oyentes de Jesús debieron sorprenderles estas comparaciones del Reino con un grano de mostaza y con un poco de levadura.

Comparar el Reino con un grano de mostaza era muy novedoso. La tradición de Israel había escuchado otro tipo de comparaciones: palmeras, higueras, viñas o el cedro de Ezquiel, un magnífico y espectacular árbol en la cima de una grandiosa montaña. Todas evocaban un Reino que debía llegar de un modo prodigioso y lleno de un poder impresionante. El grano de mostaza es del tamaño de una cabeza de alfiler (o más chico). Después llega a ser un árbol de 3 o 4 metros, donde los jilgueros en abril solían cobijarse. Con esta comparación Jesús nos indica que el Reino empieza por lo pequeño e insignificante. Un grupo de seguidores sacados de estratos sociales bajos, proscritos, marginados, enfermos, endemoniados, tullidos...

La parábola de la levadura también era sorprendente. Primero porque la levadura para los judíos era símbolo de la impureza. Por eso celebraban la Pascua con pan sin levadura. Con esto Jesús manifiesta su voluntad de empezar el Reino partiendo por los considerados "impuros" o indignos. Muestra así que Dios se preocupa primero de los que más están sufriendo. Su afán más que moralizar, es liberar al que está oprimido o discriminado. 

Las tres medidas de harina son una exageración: ninguna mujer de Galilea haría tanto pan. Con tres medidas salen 40 kilos y podrían comer 150 personas. Pero Jesús no está pensando en las necesidades de aquellos humildes hogares de la gente que le escuchaba, piensa en el banquete sobreabundante del Reino. Es una imagen mesiánica. El Reino comienza por liberar a un puñado de gente considerada impura o excluída, pero llegará a ser una gran mesa donde todos los pueblos puedan festejar y celebrar la alegría de ser hermanos, hijos de un Padre- Amor.

 

Miércoles 26 de octubre de 2011

Lucas 13, 22-30

"En aquel tiempo Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos".

 

En este evangelio Jesús nos ofrece otra sorprendente y provocativa comparación. El dueño de la casa simboliza a Dios y los que quedan expulsados fuera, a pesar de haber comido y bebido con él y escuchado sus enseñanzas, son los cristianos. Comer y beber con él es claramente un símbolo de la Eucaristía. ¿Pero por qué entonces son expulsados? ¿Celebrar la eucaristía y escuchar las enseñanzas del Señor no es suficiente para salvarse? El mensaje de esta parábola es contundente: No basta con eso. La causa de la expulsión está expresada en la exclamación: ¡Retiraos de mí todos los agentes de injusticia!

Es como si nos dijera hoy: Retírense todos los que producen la injusticia que hay en el mundo, los que generan la pobreza, el hambre y la exclusión social de millones de seres humanos. No me importan sus misas ni sus devociones, si éstas no les llevan a un mayor compromiso con el prójimo, sobre todo con el que está más necesitado y vulnerable.


Crea una página web gratis Webnode